“Era una noche helada cuando el Viejito Pascuero y su nuevo compañero, un conejito anaranjado, se embarcaron en una misión conmovedora. Su recorrido los llevó a diversas localidades de Osorno, entre ellas Punotro, Panguimapu y Bellavista.”
En cada comunidad, transmitieron alegría, entregando regalos a aquellos niños que más lo merecían. Las madres, agradecida por la amabilidad inesperada, observaron cómo sus hijos desenvolvían los regalos con mucha emoción, transformando la festividad en una experiencia mágica llena de amor y calidez.
Este interesante dúo demostró que la verdadera esencia de la Navidad reside en dar alegría y cuidar de los demás. No dejaron sólo regalos, sino que una maravillosa jornada a estas familias.